Wednesday, April 27, 2005

 

Descubriendo a Winona

Estabamos mirando por la venta que da a la calle y en seguidita la vimos. Nos inmiscuimos en su vida un rato para que cada uno desprenda lo que más le salga. La vieja se bañaba en el sol mañanero de un día de otoño crudo, y nosotros dos, ahí mismo, sin ningún miramiento, decidimos sacarle el cuero. Eramos mi compañera feliz, y yo. Un par de sujetos tan extraños cómo la vieja que mirabamos, y sin embargo, entre los tres nos echamos un par de momentos. Para mi compañera feliz, por su joroba y sus manos hastiadas de aspereza había sido una mujera trabajadora, amante de su único hijo y dedicada abuela. Obviamente viuda, con el dolor y sufrimiento de la pérdida. Para mi, por su postura... lesbiana. Pero no una vieja lesbiana liberal, no. Una lesbiana reprimida, en el ocaso de su vida, casada y ahora viuda, con el rencor de haber guardado tanta mierda, tanto tiempo. Su único hijo le regaló las zapatillas blancas de tenis que lleva puestas. Son zapatillas sin marca, se las mandó por correo "para que la vieja vaya cómoda al mercadito", dijo a su mujer que le recriminó el gasto. Y a su mujer no le importó mucho, tampoco le importó el gasto si no fuera porqué iba para esa vieja mal agradecida que a penas veía a su nieto. Y lo único que hace la vieja lesbiana bajo el sol es calentarse la sangre. Cómo los reptiles. Porqué tiene sangre fría, sangre fría por el poco movimiento. El movimiento que solo utiliza para que su cuello niegue en la cabeza algo de lo que ya se esta quejando, y ni mi compañera feliz ni yo entedemos de que?. Porqué no hay de que quejarse, no pasa nada en esta calle perdida. Y ahora entra de nuevo a la oscura casa maloliente. Putrefacto olor... infinidad de muertos esperando ser descubiertos en el placard de los infortunios. Y pasan algunos minutos, quince o veinte. "Esta preparando la comida para el hijo que viene del trabajo y hoy almuerza con ella", mi compañera feliz casi siempre arriesga optimista. Y para mi se está masturbando en el inodoro con una foto de Winona Raider que encontró en la revista Caras. Ella no sabe quien es Winona Raider, pero le excitan sus piernas.

Tuesday, April 26, 2005

 

Divagando con mi ego

Tengo el agrado de encontrarme nuevamente conmigo mismo. En latín me enseñaron que decir "conmigo" en realidad tilda a uno de redundante. Ya esta bien con decir solamente "conmi", que de hecho es la forma correcta. Sin embargo, agregarle el "go", además del "mi" hace que uno se sienta aún más con uno mismo. Y esa es la verdad de mi milanesa. Es mi forma de vivir, vivo además de con mi, también con mi go, o sea con mi ego. Porqué yo y mi ego somos tan iguales cómo diferentes y aunque en general nos odiemos, casi siempre nos amamos. Mi psicólogo es una persona extraña, un profesional. No crucé palabra que no fuera en la terapia. No soporto estar en el ascensor con una persona que sabe tanto de mi y que ni siquiera me responda si tiene frío. Además, se sienta y me mira. Nunca empieza. Y en el ambiente esta esa responsabilidad encubierta que dice que tengo que hablar todo el tiempo. Entonces puedo estar divagando en pelotudeces durante eternos minutos sin que me interrumpa, y yo veo, siento, exijo que me quite el peso para poder salir de la mierda donde me vi envuelto...y lo único que hace él es...preguntarme sobre la boludez que acabo de decir. Y vuelvo a enterrarme. A veces se da un dialogo inteligente y mordaz, y se rie con sus bigotes de Dalí. Jamás se rie de las mismas cosas que me reiría yo. Eso no me molestaría si no fuera porqué decide esperar en esa actitud hasta obtener una respuesta satisfactoria. Y yo, entonces, incómodo tengo que sonreír hipócrita. Y eso es algo que se lo tengo que decir. Hace bastante que ya había jurado nunca más reirme por compromiso. Pero en su caso es dificil, juega de local. No tengo experiencia en terapias. Eso me muerde el alma. Él es un didáctico de la palabra. Las utiliza cómo si fueran inexpugnables, las machaca, las hiere, y no todo lo que se dice es por algo...a veces solo se dicen. Y él cree que la palabra creer solo tiene la ascepción religiosa de la fe. Y yo creo en la impulsividad, lo que me convierte en un fundamentalista del impulso. Una persona que lograría fácilmente sectorizar una masa para forma un vínculo secreto y sadomasoquista de la intempestividad. No soy así. Soy aún más liviano que eso, y aunque se lo sugerí no creo que esa parte se convierta convincente en su dictamen final, por lo que dificilmente tenga algún recuerdo. "Si me muero, creo, supongo, todo muere conmigo", dije, "tenés hijos?", respondió, "no", "por hoy es suficiente, nos vemos la semana que viene". Y me quedo con tantas cosas que decirle que cuando llega la semana que viene ya no tengo ganas de verlo. Sin embargo, cuando termina quiero que empiece de nuevo.

Wednesday, April 20, 2005

 

Los completos de siempre

Las estadísticas más confiables señalan que hay un completo cada 10.000 personas. Uno no puede elegir, pero cuando está en la fila antes de salir a la vida, puede rezar para serlo. Muchos de los 10.000 desdichados, inconformes con la elección, optan por ser un incompleto camuflado, engañando con su “completividad” relativa. Entonces, solo un completo puede desenmascarar hábilmente a un incompleto camuflado, mientras que los incompletos conformistas limitan su existencia a tropezar una y otra vez con el mismo objetivo que alguna vez ya creían cumplido. Esto vulgarmente suele llamarse “el deyabú del incompleto conformista”, quien hastiado, casi siempre replica al cielo... “pero cómo puede ser, cómo que no sentís lo mismo?... te juro...yo te amo...nos amábamos”. Y no hace falta jurar, señor incompleto, todos sabemos que se amaban. Pero usted es un incompleto, y en el mundo hay lugar de sobra para gente de su estirpe. El completo avasalla por su arrogancia. Come de la putrefacta carne del incompleto para transformarla en un sabroso chivito Uruguayo. Todo le sale bien. Y si por alguna razón algo llegara a complicar su camino, de seguro, no tengan la menor duda de que al final todo desembocará felizmente. Solo ellos pueden abrigarse en la trillada frase “no hay mal que por bien no venga”. Al resto, cual súbditos del destino, solo les queda supeditarse al “no hay mal que por uno peor no venga”. Algunos envidian y hasta odian a los completos. Otros prefieren ignorarlos, cansados de reflejar una lastimosa imagen. Yo prefiero admirar su dicha; su estruendosa avidez. De todas formas, difícil es no advertirla.
Cuando tenía once años conocí a un completo. Su nombre era Duilio, Dios de la colonia, hijo de Zeus y Hera. Cuenta la leyenda que fue expulsado del Olimpo por intentar robar un sagrado caramelo media hora de su padre. Expulsado y desterrado a la tierra, su misión consistía entonces en recolectar la mayor cantidad de caramelos posibles, intentando mediante esta actitud, redimirse con un tributo a su progenitor. Muy común era sorprender a Duilio exigiendo caramelos a todo pequeño mortal que tropezara en su camino. Pocos podían enfrentarlo, sus brazos fuertes cómo robles estrujaban sin ningún miramiento los débiles huesos de un humano. Pero no solo destacaba por su fuerza extraordinaria, enseñanzas de su tía Artemis la cazadora, también digno era de admirar su notable belleza. Esbelto cual gacela esbelta, su figura asemejaba en hermosura a la de París. Sus ojos centelleantes, nadadores profesionales del mar verde que los contenía, y...sus delicados labios, cómo olvidarlos, antónimos de cualquier palabra abrupta que escapara de su garganta. Duilio era un completo porqué así lo quisieron los Dioses. Y él nunca detuvose a pensar en ello. Una vez jugábamos el campeonato de penales. Duilio era arquero, y después de su decimosexto trofeo en dos años, debía definir con Axel quien se quedaría con el siguiente. La cuestión era que diez chicos pateábamos un penal cada uno, el que atajaba más, ganaba. Creo, sin lugar a dudas, debo atribuirle a mi incompletividad el tener que definir el asunto luego de haberme hecho amigo de Duilio (mi objetivo de vida en ese momento) dos días antes del suceso. Cómo antes mencionaba... “no puede ser...ya lo había conseguido...”. Tropezar una y otra vez con objetivos que ya creíamos cumplidos. El primer penal me tocó pateárselo a él. Por un momento pensé en arriesgar alguna señal que le diera un indicio del lugar donde iba a pegarle, pero me deshice de la idea instantáneamente. Jamás Duilio desde su completividad hubiese permitido semejante artificio. Además, en que estaba pensando?...intervenir el destino de un completo?. Era una locura. Es harto conocido que las cosas definitivamente, y a pesar de todo, siempre se sucederían a su favor. Le di bastante bien, esquinado y abajo. Pero Duilio era demasiado, con una simple estirada atenazó la pelota. “Bueeeeeena Duilio!!!!...Duilio!!!, Duilio!!!, Duilio!!!”, vitoreó exaltadamente el coro de incompletos. Y yo tuve ganas, pero mi profesionalismo con la causa “campeonato de penales” no me lo permitió. Y ahora me tocaba Axel, quien tímidamente, cabizbajo, comenzaba a acercarse al arco. “Dale eh, no pifiés”, alentó Duilio. Y la responsabilidad me atormentó. “No puedo ponerme así”, pensé... “dale...es un completo...va a salir todo bien”. Cuando le pegué lo primero que sentí en el pie fue la tierra. Después, pude darme cuenta que en la aparatosa acción también le había dado a la pelota. Sin embargo, ofendida y enojada con semejante burrada, a duras penas se tomó la molestia de llegar al arco. Axel la tomó incrédulo. “Bien flaco!...”, se escuchó gritar a un adulto desde muy lejos...muy lejos. En el lugar, todo era silencio. “Y ahora que hacemos?”, preguntó Duilio al profesor y Juez de campeonato que pasivamente miraba cómo dos perros jugaban detrás del arco contrario. “Que?” ensayó abstraído el Juez, al tiempo que giraba sobre si mismo para mirar cara a cara a Duilio... “el penal Fabricio, que hacemos?”, insistió.... “Ahhh, si...el penal...si...no lo vi, patealo de nuevo”, “Bieeeeeeen!!!!!” explotaron todos al unísono, y la cara de Axel lo dijo todo. La misma expresión que muy dentro conocíamos a la perfección, la del eterno retorno del objetivo cumplido. La que delata el desdichoso pasar del incompleto. Acomodé nuevamente la pelota y miré fijamente a Axel. Esta vez sentí que era imposible que ese penal no terminara dentro del arco. Todos lo sentimos, incluyendo a Axel. Lo tiré a una punta, arriba, pero no hizo falta tanto esfuerzo. Axel no se movió del medio, ni siquiera atinó a realizar algún movimiento. “Gooooooooooollll!!!...dale campeooooon dale campeooooon!!”. Los abrazos a Duilio se multiplicaron mientras comenzaba la eterna vuelta olímpica. Solitario, Axel se situó detrás del arco observando cada movimiento del malón. Pensé en consolarlo, pero no supe por donde empezar. Había tanta injusticia en el ambiente que creí mejor festejarla con el resto. Además, que el escueto aporte de un híbrido haya favorecido a la realización de una acción con fin positivo de un completo me estimulaba. Me mostraba cómo un incompleto camuflado.

Monday, April 11, 2005

 

Planificación de Abril

Estoy embalsamado. Hace rato que no puedo moverme; ni con el mejor intento. Es que Abril es así. Abril es un poco Martes. Y el Martes no sirve para nada, no es Lunes que empieza, ni miércoles que está más barato el cine. Tampoco es Jueves pre-fin de semana, ni Domingo nefasto. Es Martes, y hay que tomarlo cómo si fuera Abril. Un transitivo. En los transitivos es muy posible quizás que muera gente. Y entonces se muere el Papa y Alsogaray el mismo día. No serán la misma persona?, alguien los vio juntos alguna vez?. Si Alsogaray es el Papa entonces María Julia vendría a ser...la princesa del Papa. Y a mi cómo mujer me gusta María Julia, tiene algo de corrupta berreta. Es la clase de hermosura de la que estoy hablando, esa que da asco. Cómo Sofovich. Y me repugna la gente que se llena la boca hablando de que el Ruso es un facho, haciendo honor de uno mismo cómo persona humanista y de delicados modales. Yo les digo a ustedes, pequeños pordioseros de vuelo tan bajo cómo el ratón, que Sofovich es mucho más que eso. Sofovich es cómo el roquefort, lleva tiempo encontrarle el gusto, hay que añejarlo en el subconciente. Pero cuando uno logra por fin saborearlo es justo ahí cuando encuentra lo verdaderamente amargo de la delicia. Y a mi el Ruso me genera tantas discrepancias, tantos choques, que finalmente me hace sentir vivo. Y cuando lo puteo... a la vez termino riendo con amargura.
Para un mes cómo Abril hay que proyectar mediocremente. Entonces yo decidí que en Abril voy a jugar al Prode y al Loto todos los Viernes (prometiendo nunca ganarlo). El engaño del Prode es muy sencillo, juega con la naturaleza del humano. Uno cree que controla todo lo que conoce. Entonces, cualquier hijo de almacenero dispararía confiado, "El Prode es diferente a todos los juegos, entendés?, el Quini, El Loto, Mi Bingo, esos son para negros, eso es azar sin más...el Prode premia el saber, entendés?, hay que saber de fútbol, no lo gana Clorinda mientras riega las azucenas, entendés?. Pero que alevosa falacia estancada en premisas dubitables. Quien te asegura hijo de almacenero que el negro que va a patear el penal que te va a dar el punto número trece no se comió un superpancho de $ 1,25 y ahora tiene el culo lleno de hemorroides?. Y peor aún, quien te dijo que el negro que va a patear el penal que te va a dar el punto número trece no le dijo a la nona que le jugara visitante en su partido porqué seguro perdían?. Por eso juego al Loto. Porqué en el Loto también hay algo de "hay que saber jugar" escondido. Uno no puede ir a la agencia y jugarle a los números obvios porqué jamás salen. Esa de "31, el día de mi cumple...8, mi número de la suerte...26, el día que raulito cagó su primer soretito". No. Para jugar bien al Loto hay que saber vislumbrar los números en los sueños. Así que si por ejemplo soñaste con un tiburón con la cara de Lucía galán, de seguro jugale al 32 (el despiste). O si tuviste una visión de siete vacas flacas devorándosé a siete vacas gordas, jugale al 19 (el garrón). Si uno se esfuerza lo suficiente también es probable que logre encontrar estos números salvadores en el cotidiano. Sin embargo, en general estan mucho más camuflados y hay que consultarle a los linyeras por donde se filtran. Ellos conocen bien la calle. Así entonces, jugando al Prode y al Loto, tengo dos chances para perder. Y cuanto más juegos jugás, más chances de perder tenés, y eso, a pesar de estrangularte lentamente, te regala la mínima esperanza de que finalmente te relajes en la derrota. Hay que saber vivir con la ignorancia del perdedor, porqué si alguna vez llegara uno a tener la gracia de desprenderse de dicho mortal estigma, nada superará el embate de un ganador incrédulo. El ganador incrédulo es un ganador irreverente. Da bronca que gane porqué nunca da las gracias. Sabe que ya lo merecía.

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