Tuesday, February 07, 2006

 

El niño con demasiado corazón

Le negué el asiento a una anciana justificando mi proceder de manera impía. Le dije que recién estaba operado de apendicítis. Y?, que?...alguien va a tirar la primer piedra?. No es que me remuerda la conciencia y por eso venga a despacharme en el blog, es solo una forma limpia de salir del paso. Cómo decir, "yo lo dije, ustedes hagan lo que quieran". Si quieren supermagnificar su bondad con mis actos pueden hacerlo, si optan por acreditar aún más mi malicia para compararla con sus flojos actos también pueden hacerlo. Se siente bien, no?. Se siente bien decir "yo robo flores de los cementerios, pero jamás le negaría el asiento a una anciana". Y la verdad es que se lo negué porqué si yo fuera anciano y ella una purreta jamás me lo hubiese dado. En cierta forma, esto puedo llegar a razonarlo ahora ya que en el momento solo me dio bronca su impertinencia. Mal educada. Pedir el asiento. El asiento se dona, no se pide. Además estos días anduve complicado desde que me enteré que mi abuelo paterno murió a causa de "corazón grande". No se porqué lo puse entre comillas siendo que el nombre literal de la insuficiencia es ese, corazón grande. Una deformación del corazón a causa de nada, matemáticamente imposible de prevenirlo y/o curarlo. Es genético y la cuestión es simple. Mi padre no tuvo mejor idea que mostrarme unas fotografías de su familia. Sepia y todo se veían perfectamente. En ellas encontré a mi abuelo alemán, personaje que jamás conocí, pero según las lenguas una persona difícil, de carácter errático y mal humorado. La gracia de todos, por supuesto, era insistir en el parecido. Tanto en lo físico cómo en lo psicológico. Y la verdad es que no puedo asegurar su parte más íntima, pero en lo material y visual la simetría era casi perfecta. “Jajaja, miralo…parece Fabián vestido de Nazi”. Muy bueno el chiste Graciela, yo también quisiera ver a tu abuela vestida de esquimal pero lamentablemente sos Rusa. Y los rusos no son graciosos en las fotos, son serios. Con bigotes, hombres y mujeres. Al margen de las jocosas puntualizaciones del gentío presente, y emprendiendo mi viaje a la fobia hipocondríaca, disparé la pregunta que tantas veces maldigo. “De que murió?”. Me cuesta reprimir mi instinto enfermo. Y si alguien es tan parecido, tan simétricamente igual…de sangre y sudor…bueno, lo más probable es que genéticamente poseamos las mismas debilidades. Uno puede intuir el causante de su muerte futura conociendo el causante de la muerte pasada de un sanguineo idéntico. Y yo voy a morir de corazón grande. Una desopilante paradoja, una picardía del destino. Cómo la vida puede engañarme de esta forma?, cómo osa tamaña deslealtad?. Tanta falsedad desencontrada, tanto caos. No puedo morir de corazón grande, rechazo mi abismo. Tanto camino de pecados he construído para dedicar finalmente mis últimos días a morir de corazón grande?. Ni Jesús, ni Gandhi, ni la Madre Teresa de Calcuta murieron de corazón grande. Y yo voy a morir de eso cual si fuera un insignificante. Pero esta escrito en mi sangre, llevo el germen del mal a cada minuto, cada segundo. En lo que dura un suspiro muero un poco más de corazón grande. Y desde el día que lo supe me siento enfermo. Escucho sus latidos durante la noche especulando la forma en que mutará su contextura, cuando se dignará a ser “grande” y terminar conmigo. Anduve débil, andrajoso, padeciendo dolores extraños... ignotos, de los que asustan. No puedo confiar en nadie. Todos están en mi contra, es la única verdad. Si mi corazón, mi propio corazón, ha decidido emanciparse, crear su propio mundo para luego automutilarse, estoy en problemas. Solo mi conciencia me ayuda en esta lucha…y no estoy tan seguro de mi inconciente. Solo la razón puede expulsarme de este motín. Voy a morir de corazón grande, pero no me van a volver loco.


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